CARLOS
CARLOS
CARLOS
CARLOS GOOOL
CARLOS GOOOL
CARLOS GOOOOOOL
Y así, en bucle, sin parar, subiendo el tono en cada repetición de la estrofa, dando palmas, ondeando las banderas, alzando las bufandas, agitando las vallas del Carlos Tartiere.
El sencillo, incluso simple cántico dedicado a Carlos Muñoz Cobo ( Úbeda 1961 ) retumbaba en el antiguo Carlos Tartiere después de cada gol en señal de agradecimiento por parte de la parroquia carbayona. Nunca ha sido el Carlos Tartiere un estadio fácil, para los de azul, se entiende. Más habituales eran los lanzamientos de almohadillas, los silbidos tras un mal pase o el murmullo que sigue acompañando a día de hoy. Pero los 90 fueron una época apasionante, y quizás por la amalgama de oviedistas de todas las edades, fueron los últimos años donde se vivió una comunión difícil de encontrar en nuestra historia.
A todos los futbolistas se les animaba, a todos se les dedicaba una canción que emergía del Fondo Este cuando trotaban por delante durante el calentamiento. No hubo jugador que no tuviese la suya, pero no fue por simple o sencilla por lo que la canción de Carlos caló tanto entre la grada. Carlos era un valor seguro, los mayores veían en él a los delanteros de carácter a los que el Real Oviedo estaba acostumbrado a tener en sus filas años atrás, los jovenes, sin discusión alguna, le veían como un sinónimo de felicidad, lanzarse en avalancha tras un gol de Carlos era lo mejor, y los más pequeños, le veían, si así puede decirse, a través de la valla.
La valla del antiguo Carlos Tartiere fue para miles de niños el lugar de iniciación en su oviedismo, los pies firmes sobre uno de los aceros, las manos aferradas con más fuerza que las de Andrés Calamaro a ese para-avalanchas del Estadio Azteca. Y la cabeza fija en uno de los rectángulos, para mirar el partido como si se tratase de una mirilla.
La forma más absurda de ver un partido, limitar la visión por estar abrazado a una valla no era por estar jugando o por estar junto a los amigos de clase. Era la forma de no perder de vista el área, la oficina donde trabajaba Carlos Muñoz Cobo cada 15 días. Allí bregaba con los defensas y porteros rivales hasta conseguir su objetivo de marcar goles. Tras el partido, las felicitaciones y ovación en el césped, el vestuario, la prensa, los autógrafos a la salida, para encaminarse tranquilamente a pie a su domicilio en la ovetense calle Silla del Rey, o incluso a saludar a su peña, la cual tenía sede en la misma calle.
Carlos fue la máxima expresión de los años 90, y sus goles los mejores recuerdos para miles de aficionados que tuvieron la suerte de verlos en directo, pero de todos aquellos, los que incluían una celebración en unión con la grada, y más aún los que contaban con poder tocar al jugador subido a la valla son un auténtico icono del oviedismo.
Real Oviedo Culture Fans, siempre comprometidos con el archivo, conservación y difusión de nuestra historia, se enorgullece en presentar la camiseta con la fotografía original de Carlos celebrando un maravilloso gol de volea al Racing de Santander el 17 de abril de 1994 en el antiguo Carlos Tartiere.
Camiseta 100% algodón
Color blanco
Impresión serigrafiada a todo color
Tallas disponibles online S, M, L, XL y XXL
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